miércoles, 27 de julio de 2011

Sobre la elegancia de los perros. Apunte y dibujo

Todos coincidimos en que en un futuro ya presente gran parte del peso del mercado de musical estará en el directo. Casi todos coincidimos en que cuando vamos un concierto no nos conformamos en sentir el disco igual que en casa, esto es importante, pero exigimos algo más, un plus, algo escénico, el espectáculo. Y el espectáculo cuando se trata de una banda a secas, sin mayores pretensiones audiovisuales o pseudos-teatrales por los motivos que sean, conceptuales o de presupuesto normalmente, está en la actitud, las formas y la estética. Dejando atrás todo el atrezzo del escenario que incluye contexto y juego de luces, en el que en general las bandas tienen poco a decidir, los peinados y el maquillaje que merece un capítulo a parte, nos quedamos con los instrumentos, tuneados o no, la actitud y la ropa, si, si la ropa.

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No entraré en juicios de quien puede hablar o no de moda. Y puedo entender, como sucede con los mil y unos matices de toda actividad artística o estética, que a quién no le interese, no lo valore, pero no da igual. No da igual. He visto tocar a Lou Reed en chándal y no da igual.

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